El Volcán Oscar

Por Dr. Pedro Bordaberry (*)

El miércoles pasado a las 23:05 embarqué desde Estados Unidos al Uruguay. La hora de llegada estaba prevista para las 9:05 a Montevideo. A las 9, mientras miraba por la ventanilla de la aeronave buscando identificar, sin poder hacerlo, cuál era el lugar del Uruguay que estábamos sobrevolando el capitán de la aeronave nos informó que habíamos sido derivados a la ciudad de Santiago de Chile.

Del Volcán Puyehue emanaron cenizas que convertidas en nubes avanzaron sobre el Río de la Plata cerrando los aeropuertos de Buenos Aires y Montevideo, por lo que la única opción era llegar a Santiago y esperar que pasara.

Al igual que el nuestro fueron varios los vuelos que tenían por destino Buenos Aires y otras ciudades que fueron derivados a la capital chilena. Como era de esperarse, el aeropuerto y la ciudad eran un caos. Miles de pasajeros buscaban información, alojamiento, transporte y los servicios estaban saturados.

Durante esos dos días en Santiago observé algunas de las características de nosotros los orientales que tanto destacan quienes nos conocen: la solidaridad, la comprensión, la educación.

Mientras otros, que tenían destinos distintos del Uruguay, se quejaban, gritaban, golpeaban los mostradores, los orientales nos pasábamos información, nos juntábamos en grupos, aceptábamos resignados lo que nos había puesto por delante la circunstancia volcánica y nos ayudábamos en el caos.

Rápidamente se formaron grupos, el mío integrado por algunos que viajábamos por trabajo, otros que volvían de visitar familiares, otros que se habían tomado vacaciones.

¡Qué orgullo sentirme uruguayo entre tantos compatriotas que con educación y solidaridad enfrentaban un momento como ese!

Me lo comentó un funcionario chileno que me dijo ¿ey, ustey e uruguaio no? ¿Cómo lo supo? le retruqué.  Se les nota, agradecen, piden por favor fue la respuesta.

Recordé aquella Milonga para los Orientales que el gran Jorge Luis Borges nos dedicó que dice “el sabor de lo oriental, con estas palabras pinto; es el sabor de lo que es igual, pero distinto”.

 Al cabo de esas 48 horas y ya llegando a Montevideo en el avión circulaba una hoja donde se anotaban nombre, direcciones de correo electrónico, teléfonos, de quienes habíamos comenzado una amistad.

Esas mismas cenizas del Volcán Puyehue no me permitieron llegar al homenaje que el Partido Colorado le realizó en la Convención Nacional a ese gran ciudadano que es Oscar Magurno.

Los momentos de solidaridad que viví en Chile y del que me enorgullecí me hicieron recordar la larga y fecunda trayectoria de trabajo y actividad política del homenajeado.

Oscar Magurno fue fiel exponente de ese sentimiento de solidaridad y ayuda tan uruguayo que afloró, naturalmente, en momentos de caos. Fue alguien que hizo de su vida el ayudar a los demás, sin importar el color político que la persona tuviera. Desde su trabajo en La Española, desde su actividad político partidaria, desde su vida diaria.

Oscar tuvo una destacada actuación política, empresarial, deportiva. Fue diputado varias veces. Convencional nacional del Partido. Administrador General de La Española. Vicepresidente del Club Nacional de Fútbol, Presidente de Welcome.

Pero más allá de esos logros si uno pudiera resumir su vida diría que es igual a otros pero distinto. Alguien del que su país, su Partido y sus amigos nos sentimos orgullosos.

Orgullosos de que existan quienes como Oscar Magurno hayan dedicado su vida a ayudar a los demás. Son cientos, sino miles, los uruguayos que hoy así se lo reconocemos.

(*) Abogado. Senador de la República. Líder de Vamos Uruguay